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21 septiembre 2005

| Algunas claves del viaje de Rajoy a Barcelona: lo mejor estuvo en la cena, en la planta 23 de la sede de La Caixa |


@ Jesús Cacho (www.elconfidencial.com)



La intervención del lunes noche de Mariano Rajoy en el Círculo Financiero de La Caixa dejará huella. Tal es la conclusión a la que llegan tirios y troyanos, aunque por distintos motivos. En el PP se respiraba ayer cierto alivio: “Tras lo ocurrido en experiencias anteriores, en las que se fue a Barcelona a decir alguna machada –generalmente por parte de Aznar- o a halagar el oído de los catalanes, este viaje ha tenido un tono distinto. Creo que el PP nunca había hablado en Cataluña con tanta sinceridad”, asegura un notable del partido.
Por el Círculo Financiero ya había desfilado Rodríguez Zapatero, pero en aquella ocasión no hubo coloquio por expreso deseo del actual presidente. ¿Miedo o prudencia? Rajoy, en cambio, no puso ninguna pega al intercambio de golpes, a pesar de que sabía que le iban a dar duro, como así fue. Todas las preguntas iban con bala, y todas referidas al pasado reciente, a la nefasta segunda legislatura Aznar que tanto daño le hizo al PP en Cataluña. El gallego contestó a todo, aunque tuvo que recordar que él estaba allí para hablar del futuro, no del pasado.
Curioso: muchos de las cuestiones planteadas criticaban la politización que el PP ha hecho de la operación, olvidando las ayudas políticas que de origen arrastra la OPA en curso, olvidando, en suma, la otra cara de la misma moneda. Más curioso aún fue comprobar cómo nadie mencionó los riesgos que para la competencia tiene la operación. La existencia o no de verdadera competencia en el suministro energético no parece ser vista como un problema digno de mención en Cataluña.
El discurso tenía el sello personal de Josep Piqué, que se ha cansado de repetir que la sociedad civil catalana debe reaccionar ante la omnipresencia de la política en la vida pública y hasta privada de la región. La influencia de Piqué fue tan evidente que el propio Rajoy, ante la sorpresa de casi todos, reconoció en la posterior cena que nada más llegar al Prat –en primera clase de un vuelo de Iberia, como todo su séquito- había comentado su intervención con la gente del partido en Barcelona “que es la que de verdad conoce la situación”, y había decidido cambiar varias cosas, había dulcificado su discurso, en particular lo que atañe al papel que está jugando –que no está jugando, cabría mejor decir- esa sociedad civil en la locura nacionalista que nos invade.
Los jefazos de La Caixa, sin embargo, acusaron el golpe: “Sí, un Rajoy formalmente cordial y afable, pero que soltó tres o cuatro pildorazos muy duros, sobre todo porque fueron dichos en nuestra propia casa, algo que Ricardo Fornesa sinceramente no esperaba. Tal vez fuera obligado, porque eso le ha permitido volver a Madrid con la frente alta ante los halcones de su partido”.
La presencia de Rajoy en Barcelona ha coincidido con un giro del propio Piqué hacia un ámbito más españolista, más cercano al de Vidal-Quadras, después de haber intentando acercarse al tripartito formando parte de la ponencia de reforma del Estatut. Pero tal como están las cosas, con el proyecto al borde del fracaso, en una pelea en la que todos tratan de endilgar el fiasco al vecino, el PP catalán ha resuelto volver a sus cuarteles de invierno, lo que explicaría la rotundidad con que Rajoy descalificó las ensoñaciones de la elite política catalana.
Normal la ausencia de políticos de la Generalitat en el acto, pero muy significativa la de directivos de Repsol (la joya de la corona empresarial de La Caixa): ni uno siquiera por aquello de qué dirán... Y es que Fornesa y su gente parecen especialmente interesados en no contaminar a la petrolera en este gran lío, tal vez para no dar alas a quienes especulan con un segundo capítulo de la operación que daría lugar a la creación de un grupo energético de dimensión mundial.
Pero lo mejor, sin duda, estuvo en la posterior cena, con una veintena de ilustres invitados, entre ellos un par de periodistas, que tuvo lugar en la planta 23 de la sede de Caixa en la Diagonal, donde con los ánimos distendidos y relajados se habló de todo, fundamentalmente del papel de las Cajas de Ahorros en la economía española. Lo mejor, ya digo, estuvo entre los canelones de oca y la carne en salsa, pero eso se lo contaré otro día.




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