El Editorial Digital

 

 

 

 

 

23 septiembre 2005

| Abrir el grifo a los verdugos y cerrárselo a las víctimas |


@ Editorial Libertad Digital (www.libertaddigital.com)


No contento con su disposición de saltarse a la torera el Estado de Derecho con una negociación con la banda terrorista ETA, el gobierno del 14-M ha decidido no dar a la Asociación de Víctimas del Terrorismo ni un solo euro de los más de 96 millones recaudados a través de la casilla de la declaración de IRPF señalada como “otros fines de interés social”.
La AVT enmarca justamente este último episodio en "la campaña de acoso y derribo contra la AVT, que hace algo más de un año emprendió el Gobierno socialista", mientras recuerda el "triste precedente" del año 1992, "cuando la por entonces ministra Matilde Fernández, denegó a la AVT esta misma subvención alegando que los objetivos de la asociación no eran de interés general ni tenían carácter prioritario'”.

La explicación de Jesús Caldera no ha sido tan descarnada como la dada por la anterior ministra socialista, pero, ciertamente, no resulta menos hiriente ni falaz. Así, el ministro ha justificado la denegación por “la limitación de crédito existente para atender la totalidad de los programas solicitados”. Evidentemente, los recursos son limitados, pero lo que se trata es de establecer prioridades, y pocas asociaciones concitan tanto interés social como las víctimas del terrorismo. Por otra parte, no menos mezquino es referirse a “las otras vías” con las que el Ministerio subvenciona a las víctimas, cuando el gobierno del 14-M lo que ha hecho es transferir parte de esos recursos a otras asociaciones mucho menos representativas que la AVT y, sobre todo, mucho menos coherentes y firmes a la hora de defender la memoria, la dignidad, y la justicia de las víctimas, ante la determinación del gobierno de negociar con los verdugos.
Y, ciertamente, es una indignidad que, mientras el gobierno ha restablecido las subvenciones públicas a los proetarras, gracias a su negativa a aplicar la Ley de Partidos a los neobatasunos del PCTV, ahora trate de asfixiar económicamente a la que es, con enorme diferencia, la más representativa y coherente asociación de víctimas de nuestro país. Mientras el gobierno de ZP ha hecho completos oídos sordos a todas y cada una de las reclamaciones que le ha hecho esta asociación, los apologetas del terror vuelven a tomar impunemente la calle, vuelven a tener voz y voto en el parlamento vasco y hasta se les ofrece la impunidad de los presos y negociar la liquidación del Estatuto de Guernica.
Para colmo, no faltan medios de comunicación que, no contentos con haber silenciado la voz de las víctimas, tras el meritorio éxito de convocatoria de la manifestación del pasado día 4 de junio, vuelven ahora con su silencio a ningunear la nueva campaña de movilización que las víctimas acaban de proyectar ante las últimas noticias que revelan que ya se han dado los primeros contactos entre ETA y el gobierno de ZP.
Es más. No han faltado medios de comunicación que, sin ser de la órbita del gobierno ni del mundo abertzale, no han tenido reparos en calificar ahora de “macabros” a los representantes de la AVT por incluir entre sus movilizaciones una ruta de visitas a los cementerios donde yacen las víctimas de ETA, y cuyo primer destino será Ermua.

Lo que resulta “macabro” es la inconsistencia intelectual y la falta de sensibilidad moral y política de quienes mantienen una recalcitrante condescendencia a que un gobierno se salte el Estado de Derecho con ofertas de impunidad y de negociación política a una banda de criminales. Lo que resulta “macabro” es que quien tantas veces sirve de portavoz a los familiares de los asesinos y de sus “molestias” para visitarlos en prisión, se rasgue ahora las vestiduras por que los familiares de los asesinados apelen a su memoria, a su dignidad y a su derecho a la justicia, visitándolos en el único sitio que pueden hacerlo. En los cementerios.


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| La ‘chavización’ del poder o por qué creo que Rodríguez ha matado la esperanza |


@ Federico Quevedo (www.elconfidencial.com)



No sería sincero si no les reconociera que estos días hace mella en mi una cierta melancolía, producto de la cual, como le ocurría a Fígaro en sus paseos por las calles de Madrid, la ciudad se me apetece como un gran cementerio en el que las máquinas de Ruiz-Gallardón cavan los nichos, donde cada calle es el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo. Y no es esto consecuencia de la megalomanía urbanística del señor alcalde, por mucho que quiera dejar la capital más bonita que un San Luis a costa del sufrimiento universal, sino del convencimiento cada vez más insondable de que lo mucho que hemos ganado en años de lucha por la libertad corremos el riesgo de perderlo, de dejar que se escabulla entre los dedos de nuestras manos como la fina arena de una playa, por la culpa consciente de un presidente adicto a los modos del absolutismo y el absentismo de una multitud indiferente a todo.
Rodríguez se hace fuerte en la contrariedad. Mi admirado Raúl del Pozo me lo describía el miércoles de forma concisa, como debe ser: “El PSOE está dividido de muerte y el PP hundido”, y sobre ese vacío nuestro Chávez particular se crece, porque la adversidad que le rodea hace fuerte su ímpetu intervencionista y autoritario, su afán disgregador, su ansia rupturista, su alma iluminada por un historicismo ramplón y pendenciero. Si a eso se agrega que la acera de enfrente –y no lo interpreten, por favor, de forma retorcida- se ha convertido en un reino de taifas, el espectáculo de nuestra política nacional no puede ser más dantesco. Mariano Rajoy es un político inteligente, de principios, y con una cabeza muy bien amueblada sobre los hombros. Lo digo como lo creo. Pero adolece no sé si de una cierta indolencia o de un exceso de galleguismo, lo que le llevan a presentarse como un bombero apagando fuegos en lugar de un timonel empuñando con mano firme el timón de su nave.
Y no es baladí que haga este comentario, porque el fortalecimiento de una democracia exige la presencia constante y consistente de una alternativa en la que confiar nuestro futuro y nuestro caminar en libertad, aunque sea para recorrer caminos que no conduzcan a ninguna parte y hacerlo con los pies destrabados para andar todo cuanto nuestras fuerzas nos permitan. Y, en esa tesitura, darle armas al enemigo se antoja un tanto inocente por más que quiera venderse como un ejercicio de coherencia, sobre todo cuando la coherencia puede ejercerse sin necesidad de hacerse la foto a las puertas del Tribunal Constitucional.
Rajoy ha nadado estos días en las turbulentas aguas de un error tardío (“¡si se hubiera hecho en junio, otro gallo nos hubiera cantado!”) y la necesidad de dar fe de su mando en plaza frente a quien esconde su ortodoxia moral tras una supuesta ‘progresía’ que no es más que juego sucio en un tablero de ajedrez en el que el rey parece que no manda y no hay reina que le cubra las espaldas. Con ese telón de fondo, el Gran Teatro del Mundo y su representación nacional se vuelve tragedia en la que el protagonista, Rodríguez, parece dispuesto a privarnos del privilegio de nuestro destino, aunque éste sea llegar a la nada por entre ríos de sangre, pero hacerlo con la libertad de caminar, porque tan esclavo es el que caminar no puede, como aquél a quien fuerzan a andar cien leguas en un día.
Quiero decir que Rodríguez ha hecho del ejercicio del poder una ambición personal en la que igual para los pies de quienes ejercen la discrepancia mediante el abuso –tan primitivo como la política- de la difamación y la mentira, como nos hace tragar con ruedas de molino y caminar con los pies trabados por los senderos de su particular visión de lo que es España y en lo que quiere convertirla. El inquilino de la Moncloa carece de lo mismo que aprecio en el líder de la oposición, y el segundo, por su parte, de ese instinto asesino que el primero ejecuta con despiadado talante y que le convierte en alma gemela de los líderes revolucionarios latinoamericanos, tal cual Chávez o Daniel Ortega, el próximo a quien veremos gozar de los favores de nuestra diplomacia casposa y bananera.
El drama escrito por Rodríguez con letras falaces no deja de ser un contrasentido, un insultante sofisma. Ni es posible otra nación que la que años ha construimos a fuerza de perder muchas vidas en la defensa de la libertad, ni es ético ni moral ceder al chantaje de quienes han hecho del sufrimiento ajeno y de la muerte una forma de vida, ni es democrático ambicionar el control de lo público y lo privado sin que se resientan las estructuras más firmes del Estado de Derecho, ni es propio del buen Gobierno ejercer el poder mirando sólo a los intereses de las minorías. He venido trayendo a Fígaro como fuente de inspiración, y temo, como él, haber encontrado en el corazón otro sepulcro: “¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!”.




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22 septiembre 2005

| Dar a los afganos lo que se negó a los iraquíes |



@ Editorial Libertad Digital(www.libertaddigital.com)


Se comprende que Zapatero haya querido dejar en un segundo plano su obligación de dar cuenta de la participación militar española en Afganistán, donde murieron 17 militares españoles, para dar prioridad a lo que ha sido la reciente cumbre de la ONU y, sobre todo, a su anuncio sorpresa de que en los Presupuestos habrá una partida de 656 millones de euros en ayuda al desarrollo. La vacua jerga de la “alianza de las civilizaciones” o la demagogia tercermundista a costa del contribuyente, es para el presidente del gobierno del 14-M mucho menos problemático que decir la verdad sobre la arriesgada labor que está desempeñando nuestra incrementada presencia militar en Afganistán, en general, y sobre la reciente muerte de nuestros soldados, muy en particular.
Rajoy ha sabido, no obstante, desenmascarar, en un espléndido discurso, la falta de información de Zapatero sobre la tragedia sufrida en Afganistán y su intento de que pase desapercibida con su palabrería evanescente. Como ha denunciado el líder popular, por mucho que Zapatero hable de lucha contra la pobreza, de misión “humanitaria” o de “paz”; por mucho que el presidente hable del “cuento de Caperucita, pero sin lobo”, lo cierto es que en Afganistán se corren riesgos en un combate contra el terrorismo islámico que trata de abortar la transición democrática en aquel país.
Aunque el brillante discurso de Rajoy ha servido para mostrar la hipocresía del lenguaje de ZP, no hubiera estado de más que el líder popular la hubiera dejado todavía más en evidencia equiparando las intervenciones de nuestros soldados en Afganistán y en Irak. Es cierto que Rajoy le ha dicho a ZP que “el incremento paulatino y constante de efectivos españoles en ese país ha sido un intento de tapar sus errores en otros terrenos”. También ha acertado al pedirle que “reconozca que muchos de los terroristas que cometen terribles atentados en otras partes del mundo, pertenecen a las mismas organizaciones y que están inspirados por la misma ideología que los que actúan en Afganistán”.
Ahora bien, que el líder del PP no haya pronunciado una sola vez la palabra “Irak” es llevar demasiado lejos esa, ya de por sí, nefasta tentación de “no mirar al pasado”. El lenguaje tramposo con el que ZP trata de edulcorar la realidad, no es sólo un intento de tener contentos a sus socios, como ha dicho Rajoy; es también un intento de no dejarse a sí mismo en evidencia cuando ofrece al pueblo afgano lo que ha negado en todo momento al iraquí.
Además, quien hizo oídos sordos a las resoluciones de la ONU, con las que ZP se sigue llenando la boca, no fue el gobierno del PP enviando tropas españolas a Irak (resolución 1483), sino el gobierno del PSOE retirándolas tras el 14-M y no volviéndolas a enviar ni siquiera después de que el propio ZP firmara una nueva resolución que, como la 1511, “insta a los Estados Miembros a que presten asistencia en virtud del presente mandato de las Naciones Unidas, incluso con fuerzas militares, a la fuerza multinacional en pro de la seguridad y la estabilidad en el Irak”.
Los complejos del PP que le tientan a no mirar al pasado sólo sirven para que el PSOE lo reescriba a su gusto. Así la reciente Ley de Defensa Nacional no tenía otro objetivo propagandístico que hacer creer a la opinión publica que, con el PP, el envío de tropas a Irak se llevó a cabo desoyendo a la ONU y al Parlamento español, cuando, en realidad, tuvo el visto bueno de ambas instituciones. Pero, claro, como el PP no quiere mirar al pasado ni siquiera para defenderse, no hay que extrañarse de que el PSOE lo explote a placer. Eso y no otra cosa ha hecho Rubalcaba y Zapatero en su réplica; una réplica que, en cualquier caso, no ha anulado ni la espléndida intervención de Rajoy, ni el fariseo discurso del gobierno del 14-M.


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| De la “floristería” a la “papelería”: el extraño caso de José Luis Rodríguez Zapatero y las banderas nacionales |


@ Editorial El Confidencial Digital(www.elconfidencialdigital.com)


Algunos que le conocen pero no parecen estimarle demasiado, comentan que el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, manifiesta un cierto desdén hacia símbolos nacionales como la propia bandera. Verdad o mentira, en el historial del jefe del Ejecutivo las banderas han sido noticia en varias ocasiones, que aquí recopilamos.


—Uno de sus primeros gestos “simbólicos” fue recibir a los presidentes autonómicos en Moncloa con la bandera española a la par que la bandera de la autonomía en cuestión. El primero en ser recibido así fue Ibarreche; el segundo, Pasqual Maragall. En aquel encuentro inicial, Ibarreche dispuso dos banderas vascas en los extremos, costumbre que inició Pujol en su día y que ha continuado en ocasiones Pasqual Maragall, por ejemplo en la última Diada.


—En la declaración institucional realizada a raíz de los atentados del 7 de junio en Londres, la única bandera que acompañaba a Zapatero era la de la Unión Europea. Este hecho llama la atención porque esta retransmisión también tenía efectos identificativos para el resto de los países donde se emitió. Así, es difícil imaginarse a Chirac sin la bandera francesa.


—Una circunstancia especialmente luctuosa fue la llegada de los cadáveres de los militares españoles muertos en Afganistán. Frente a la sobria pompa de los funerales, llamó la atención que en ningún momento se interpretara el himno nacional y que hubiese una total ausencia de banderas españolas en el aeródromo.


—En el viaje a Israel de Maragall y Carod, el embajador Eudaldo Mirapeix atribuyó a “errores de floristería” el hecho de que se hubiese arrancado la cinta con los colores de la bandera de España en la corona ofrecida a la memoria de las víctimas del Holocausto. En su lugar, se dejó sólo la cinta con la bandera catalana.


—Más recientemente, en la última cumbre de presidentes autonómicos —formato impulsado por Zapatero-, todo el material gráfico de la cumbre mostraba un círculo con las banderas de las comunidades autónomas, echándose en falta la bandera nacional. Ante las críticas surgidas, la respuesta oficial fue que se trató de un “error de papelería”. En la subsanación del error, algunos observaron que hubiese resultado más ortodoxo colocar la bandera española en un plano superior o con mayor tamaño.


—Con todo, la actuación más criticada de Zapatero con las banderas no se dio cuando era presidente del Gobierno ni tampoco con la bandera española: fue el gesto de permanecer sentado mientras toda la tribuna de autoridades, incluyendo a la Familia Real, veían desfilar la bandera estadounidense en los actos militares de la fiesta nacional.



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21 septiembre 2005

| Estatuto catalán y tregua etarra |


@ Federico Jiménez Losantos (www.libertaddigital.com)


Empieza a cundir la especie de que el próximo día treinta no habrá mayoría parlamentaria para el estatuto catalán. Yo siempre he creído que para los separatistas es mejor un estatuto que ninguno para enfrentarse a Madrid, que es de lo que políticamente viven, pero de lo que disfrutan realmente es del poder en Barcelona y cada cual entiende ese negocio a su manera, que suele ser la de fastidiar a los demás partidos. La primera prueba de lo que algunos aseguraron ya antes del verano la ha dado el diario de Polanco en su editorial del martes al cargar contra Convergencia i Unió, que sería la única responsable de que no haya estatuto. Uno creería que lo responsable para The Lord Protector of Ex-Spain debería ser precisamente eso: ahorrar un motivo de conflicto de impredecibles consecuencias. Y que, incluso en tal caso, la fuerza política responsable sería la más radical, Esquerra Republicana, la del pacto con la ETA en Perpiñán. Pues no. Se ve que Rovireche ya está dentro de la secta y tiene bula para enredar, proclamar su voluntad de Estado y de República. El resto de fuerzas políticas o simples ciudadanos que no obedezcan al guión polanquista, anatema sea y en el infierno mediático ardan.
Pero había un encadenamiento lógico entre un estatuto catalán abiertamente anticonstitucional y la rendición del Estado ante la ETA por obra y desgracia de Zapatero. Si la duodécima tregua-trampa de la banda terrorista vasca no está ya pactada y requetepactada desde hace tiempo (esperemos que no desde el 11M o, al menos, no bajo el chantaje del 11M) las fluidas conversaciones, los melifluos guiños, los abyectos y miserables compadreos de los socialistas con los criminales etarras pueden empezar a agriarse y estropearse. Limitada la estrategia zapateril al frente vasco y desactivado de momento el frente catalán, el Gobierno puede concentrar esfuerzos pero también quedar ante la opinión pública más desnudo que si fingiera luchar en las dos líneas de fuego, aunque haya sido él mismo el pirómano. No queda mucho hasta el día 30. Pero hasta entonces pueden pasar muchas cosas. Incluso que haya estatuto. Y tregua-trampa etarra.


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| Algunas claves del viaje de Rajoy a Barcelona: lo mejor estuvo en la cena, en la planta 23 de la sede de La Caixa |


@ Jesús Cacho (www.elconfidencial.com)



La intervención del lunes noche de Mariano Rajoy en el Círculo Financiero de La Caixa dejará huella. Tal es la conclusión a la que llegan tirios y troyanos, aunque por distintos motivos. En el PP se respiraba ayer cierto alivio: “Tras lo ocurrido en experiencias anteriores, en las que se fue a Barcelona a decir alguna machada –generalmente por parte de Aznar- o a halagar el oído de los catalanes, este viaje ha tenido un tono distinto. Creo que el PP nunca había hablado en Cataluña con tanta sinceridad”, asegura un notable del partido.
Por el Círculo Financiero ya había desfilado Rodríguez Zapatero, pero en aquella ocasión no hubo coloquio por expreso deseo del actual presidente. ¿Miedo o prudencia? Rajoy, en cambio, no puso ninguna pega al intercambio de golpes, a pesar de que sabía que le iban a dar duro, como así fue. Todas las preguntas iban con bala, y todas referidas al pasado reciente, a la nefasta segunda legislatura Aznar que tanto daño le hizo al PP en Cataluña. El gallego contestó a todo, aunque tuvo que recordar que él estaba allí para hablar del futuro, no del pasado.
Curioso: muchos de las cuestiones planteadas criticaban la politización que el PP ha hecho de la operación, olvidando las ayudas políticas que de origen arrastra la OPA en curso, olvidando, en suma, la otra cara de la misma moneda. Más curioso aún fue comprobar cómo nadie mencionó los riesgos que para la competencia tiene la operación. La existencia o no de verdadera competencia en el suministro energético no parece ser vista como un problema digno de mención en Cataluña.
El discurso tenía el sello personal de Josep Piqué, que se ha cansado de repetir que la sociedad civil catalana debe reaccionar ante la omnipresencia de la política en la vida pública y hasta privada de la región. La influencia de Piqué fue tan evidente que el propio Rajoy, ante la sorpresa de casi todos, reconoció en la posterior cena que nada más llegar al Prat –en primera clase de un vuelo de Iberia, como todo su séquito- había comentado su intervención con la gente del partido en Barcelona “que es la que de verdad conoce la situación”, y había decidido cambiar varias cosas, había dulcificado su discurso, en particular lo que atañe al papel que está jugando –que no está jugando, cabría mejor decir- esa sociedad civil en la locura nacionalista que nos invade.
Los jefazos de La Caixa, sin embargo, acusaron el golpe: “Sí, un Rajoy formalmente cordial y afable, pero que soltó tres o cuatro pildorazos muy duros, sobre todo porque fueron dichos en nuestra propia casa, algo que Ricardo Fornesa sinceramente no esperaba. Tal vez fuera obligado, porque eso le ha permitido volver a Madrid con la frente alta ante los halcones de su partido”.
La presencia de Rajoy en Barcelona ha coincidido con un giro del propio Piqué hacia un ámbito más españolista, más cercano al de Vidal-Quadras, después de haber intentando acercarse al tripartito formando parte de la ponencia de reforma del Estatut. Pero tal como están las cosas, con el proyecto al borde del fracaso, en una pelea en la que todos tratan de endilgar el fiasco al vecino, el PP catalán ha resuelto volver a sus cuarteles de invierno, lo que explicaría la rotundidad con que Rajoy descalificó las ensoñaciones de la elite política catalana.
Normal la ausencia de políticos de la Generalitat en el acto, pero muy significativa la de directivos de Repsol (la joya de la corona empresarial de La Caixa): ni uno siquiera por aquello de qué dirán... Y es que Fornesa y su gente parecen especialmente interesados en no contaminar a la petrolera en este gran lío, tal vez para no dar alas a quienes especulan con un segundo capítulo de la operación que daría lugar a la creación de un grupo energético de dimensión mundial.
Pero lo mejor, sin duda, estuvo en la posterior cena, con una veintena de ilustres invitados, entre ellos un par de periodistas, que tuvo lugar en la planta 23 de la sede de Caixa en la Diagonal, donde con los ánimos distendidos y relajados se habló de todo, fundamentalmente del papel de las Cajas de Ahorros en la economía española. Lo mejor, ya digo, estuvo entre los canelones de oca y la carne en salsa, pero eso se lo contaré otro día.




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| El laberinto alemán, Europa y España |


@ Editorial ABC (www.abc.es)


Si antes de las elecciones la situación alemana era compleja, ahora todavía más. De hecho, Alemania parece haber renunciado a mirar hacia adelante guiada por el deseo de asumir las responsabilidades que le corresponden por su peso económico y su dimensión política dentro de Europa. Lo sucedido en Alemania nos sitúa en el peor de los escenarios: el de la incertidumbre y la inestabilidad; al menos mientras no se dilucide quién formará gobierno y sobre la base de qué coalición y bajo qué compromisos.Alemania ha dicho lo que piensa sobre sí misma y su respuesta no ha sido precisamente clara. La compleja fisonomía política puesta sobre la mesa exterioriza la confusión de fondo que pesa sobre el electorado. En este sentido, la derrota dulce de Schröder y la victoria pírrica de Merkel colocan a Alemania en una difícil encrucijada. El importante fortalecimiento de los liberales del FDP por un lado y, por otro, el mantenimiento de los Verdes y el inquietante ascenso de una izquierda retardataria que agrupa a las huestes de Lafontaine con los rescoldos totalitarios de los poscomunistas del SPD, proyectan más sombras que luces a un escenario político en el que ni siquiera la hipótesis de una «gran coalición» CDU-SPD despeja las numerosas dudas que gravitan sobre el futuro político de Alemania. En cualquier caso, y como fuerza vencedora en número de votos, la talla política de Merkel se pone a prueba a partir de ahora, para ver si en un ejercicio de alta política consigue sacar petróleo de una victoria insuficiente. Hay notorios ejemplos en el panorama europeo.Después del resultado del domingo, las reformas sociales y económicas en marcha quedan pendientes de un gobierno plenamente consciente de hacia dónde quiere conducir el país. Algo que, sea quien sea el que asuma la responsabilidad de gobernar, no abordará del todo, ya que existen notables diferencias entre los partidos que pueden llegar a formar cualquiera de las hipótesis de gobierno, incluso si ésta finalmente es la de una «gran coalición». Así las cosas, la Alemania salida de las urnas parece decidida a encerrarse en un complejo laberinto.Los problemas que para Europa supone la consolidación de una Alemania ensimismada no son de menor tamaño. Por un lado, proyecta sobre el continente las sombras de su laberinto debido a la centralidad que desempeña en el seno de la UE. Por otro, disloca definitivamente la viabilidad del llamado eje franco-alemán ya que, a la debilidad política que exhibe Francia tras el referéndum sobre la Constitución europea, se añade ahora una Alemania que tendrá que localizar la mayor parte de sus energías sobre ella misma, a la espera de que el escenario político interior vaya decantándose con el tiempo. De este modo, que Berlín se vuelque sobre su propia estabilidad daña extraordinariamente las posibilidades de reactivación institucional de la Unión tras el varapalo sufrido con los referendos de Francia y Holanda.Con el eje en baja forma y con el proyecto europeísta articulado en torno a la derrotada Constitución europea en vía muerta, la situación no puede ser más complicada. Máxime cuando todo esto sucede durante la presidencia británica y la negociación definitiva de las Perspectivas y los Presupuestos de la UE están todavía pendientes de discusión. Precisamente en esta difícil coyuntura, España corre el riesgo de verse seriamente perjudicada en sus intereses nacionales. Si no despliega una estrategia diplomática inteligente que le permita atajar con habilidad y prontitud el peligro de ver reducida su voz en una UE sin horizontes definidos y con demasiados intereses nacionales en liza, nuestro país puede quedar condenado a ejercer un pobre papel. Sin aliados firmes dentro de la UE y sin anclajes exteriores más allá de ella (salvo esas estrafalarias alianzas tropicales) la política internacional de Zapatero puede así exhibir de repente todas sus debilidades.Particularmente inoportuna en las actuales circunstancias de incertidumbre sobre quién será al final el canciller es la entrada en el asunto del presidente del Gobierno español, que se dedicó ayer a desacreditar el resultado y el papel de Merkel y a alabar con todo tipo de ditirambos a Schröder. De nuevo, las prisas y los apriorismos que tan nocivos han resultado para los intereses de España.



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20 septiembre 2005

| Rajoy en Barcelona y en La Caixa: un grito para que la sociedad civil catalana se levante y diga "basta" |


@ Jesús Cacho (www.elconfidencial.com)


Vale el tópico de la “expectación” por una vez. Sí, había expectación ayer por oír a Mariano Rajoy en el Círculo Financiero de la Sociedad Económica de Amigos del País que acoge La Caixa en su sede de la Diagonal 629. La comparecencia, titulada España en la economía global del siglo XXI, estaba comprometida desde el mes de junio, y el líder del PP la había preparado con mimo, pretendiendo hacer de la ocasión una especie de manifiesto económico del Partido Popular y del propio Rajoy.
Así estaban las cosas cuando el 5 de septiembre irrumpió en la vida española, con el estruendo de todos conocido, el episodio de la OPA de Gas Natural sobre Endesa, una operación contra la que el entorno del Partido Popular, particularmente el que se cobija bajo la presidenta de la CAM, doña Esperanza Aguirre, ha reaccionado de forma muy beligerante.
De modo que el texto original que ayer debía leer Rajoy en Barcelona, y en el que había trabajado la gente del equipo económico de Génova, tuvo que sufrir importantes modificaciones obligadas por el episodio de la OPA y, lo que políticamente es más grave, la polémica surgida en torno al nuevo Estatuto catalán, en el que, contra viento y marea –la marea de gran parte de la población catalana que pasa del proyecto-, sigue empeñado Pascual Maragall.
Hay que reconocer enseguida que Mariano Rajoy ha mantenido el tipo, asumiendo el compromiso de lidiar este toro en plaza coyunturalmente tan incómoda para él (“puestos a elegir fecha, no podíamos haber elegido otra mejor...”) como la de esa Caixa convertida en gran acorazado industrial y financiero, impulsora de una OPA que puede suponer un cambio radical en el mapa energético español. Y es bueno que haya mantenido la agenda, porque lo contrario hubiera puesto demasiadas cosas en cuestión, empezando por el talante y la capacidad del propio Rajoy para fajarse en situaciones difíciles.
Digamos enseguida que Mariano Rajoy respondió a las expectativas. Un discurso propio del político que aspira a presidir el Gobierno de la nación. Un discurso de hombre de Estado. En la peculiar y delicada situación por la que atraviesan las relaciones entre Cataluña y España, por culpa de las ensoñaciones de una reducida elite política empeñada en conducir a la mayoría al borde de la secesión, la voz de Rajoy sonó respetuosa y al mismo tiempo franca, rotunda, contundente.
Les ahorraré cualquier referencia al tema de moda, la famosa OPA, asunto tratado en profundidad en otras secciones de este diario. Me interesan dos párrafos de los leídos ayer por el líder del PP que hacen referencia al proyecto de Estatuto para Cataluña: “Debajo del envoltorio que representa la defensa de unos principios identitarios y soberanistas, se oculta la cruda realidad: el afán de los grupos políticos que lo impulsan por controlarlo todo, por intervenir y mandar en todos los aspectos de la vida económica, social y cultura de Cataluña (...) De lo que se trata, por tanto, es de incrementar la influencia y el poder de algunos grupos político sobre el conjunto de la sociedad, de multiplicar los límites y las condiciones para el ejercicio de la libertad en cualquier campo de la actividad humana”.
Porque, al final del camino, de eso va la cosa en la Cataluña del Tripartito: de un problema de libertades. De la eterna lucha por la libertad frente a los excesos del poder. Un texto para leer y digerir con pausa, un aldabonazo a esa sociedad civil catalana que tanto ha alardeado de seny a lo largo de la historia y ahora parece haber entregado la cuchara, resignada a sucumbir bajo las botas de estos sembradores de odios y pobreza. “O la sociedad civil se moviliza y reclama su verdadero protagonismo, o la política acabará adueñándose y controlando todos los ámbitos de la vida social y económica catalana”. ¿Despertará la Cataluña viva, dinámica y creadora de las pesadillas de sus Carods?



| La degradación del Parlamento |


@ Eugenio Nasarre (www.abc.es)


Zapatero ya dispone del hemiciclo del Congreso adaptado a su visión de la democracia.
Cuando aparezca en la Cámara y se siente en su escaño podrá exhibir, con razón, la mejor de sus sonrisas. Probablemente dirigirá una mirada agradecida al presidente del Congreso, como diciendo: «Has hecho una buena obra».
El presidente del Congreso, en efecto, se ha esmerado. Ha puesto patas arriba la parte noble del Palacio del Congreso durante todo el verano, para poder estrenar un flamante hemiciclo apropiado a la era democrática de Zapatero. Claro está, la obra ha costado la friolera de más de mil millones de las antiguas pesetas. Pero merecía la pena. Porque, a la postre, quienes consideramos tal obra un despilfarro intolerable y, por ello, estamos indignados, no somos más que unos trasnochados, anclados en la clásica democracia parlamentaria, y, por ello, queremos que el Parlamento siga siendo, ni más ni menos, lo que hasta ahora ha sido y ha significado: el templo de la palabra y del diálogo político racional.
La transformación de la Cámara incluye dos novedades. Cada una tiene su significado y la combinación de ambas produce un nuevo escenario, que supone una degradación de la vida parlamentaria.
La primera es la instalación de ordenadores en los pupitres de los diputados. La lógica conduce a pensar que, si se instalan, no es como mero adorno sino para ser utilizados durante las sesiones. Hasta ahora los diputados disponíamos en nuestros despachos de un ordenador, con el que podíamos trabajar. Cuando nos concernía o nos interesaba un debate, acudíamos al hemiciclo para escuchar a los oradores y participar, de uno u otro modo, en él (con nuestras intervenciones, nuestro silencio, nuestros murmullos o incluso nuestras exclamaciones que, con la pulcritud de la luz y taquígrafos aparecen recogidas en el Diario de Sesiones).
Ahora, el hemiciclo podrá convertirse (en el mejor de los casos) en una gran sala de trabajo, en la que muchos están a lo suyo y unos cuantos extravagantes peroran sucesivamente desde la tribuna. En el fondo, se trata de una concepción de los debates como monólogos no dirigidos a la Cámara sino... a las cámaras, es decir, a las televisiones. Quien ha concebido esta transformación del hemiciclo, desde luego, tiene muy poco aprecio a la democracia parlamentaria. Acaso la considera una antigualla.
Pero la segunda novedad es más grave que la primera y da pleno sentido a todo el cambio. Consiste en la instalación de dos pantallas gigantes en el frontispicio del hemiciclo, al lado de dos venerables cuadros históricos, para poder seguir televisivamente lo que sucede durante las sesiones. Quien conoce el abc de lo que es la televisión sabe que es imposible hacer una retransmisión absolutamente imparcial y objetiva. La retransmisión es el relato televisivo de un acontecimiento desde un punto de vista, desde una perspectiva. Siempre tiene algo subjetivo. El realizador tiene que decidir cuándo ofrece un primer plano (el presidente del Gobierno sonriendo, por ejemplo, o el sr. Marín recriminando a un diputado díscolo) o cuándo ofrece un plano general. Él decide (no puede actuar de otro modo) qué es aquello que considera más interesante entre lo que está sucediendo en el hemiciclo.
Los efectos de la instalación de estas pantallas gigantes en el hemiciclo son perversos para la vida parlamentaria. El debate se convierte en un espectáculo televisivo. Es algo así como estar en «Gran Hermano». El propio diputado, al seguir, sentado en su escaño, el debate a través de la gran pantalla, ya no está en un lugar físico determinado (un hemiciclo) en el que percibe a sus colegas en su dimensión natural, tal como son, a la distancia real desde la posición en la que los ve, sino que los contempla transfigurados en imágenes, con unos planos cortos en los que el rostro queda agigantado, y cualquier detalle queda perfectamente reflejado. La sonrisa de Zapatero, por ejemplo, deviene algo inmenso y hasta sobrecogedor. La Cámara se convierte, así, en algo virtual.
Mas hay algo que está detrás de este nuevo espectáculo. Y es el triunfo del realizador al que se le concede el poder de dirigir los debates de la Cámara, porque él es el que determina lo que tiene que aparecer en la pantalla. No tengo la menor duda de que este nuevo poder reduce mi libertad, aunque no sea consciente de ello. Porque me está indicando en quién debo fijarme, en qué debo centrar mi atención. Es más: me facilita esta tarea y hace que, siguiendo la sesión a través de la gran pantalla, esté más confortable, porque estoy realizando un menor esfuerzo.
No nos engañemos. Que nuestros ciudadanos no se engañen. Estos cambios en la vida parlamentaria no son inocentes. Prefiguran una degradada democracia mediática, hacia la que suavemente se nos quiere conducir, en la que lo real es sustituido por lo virtual. Yo sé que, si me someto a lo que me indica este cambio, ejerceré mis tareas parlamentarias con menos libertad.
Por ello he decidido no abrir nunca el ordenador de mi pupitre. El mío, al menos, va a ser un total despilfarro. Pero evitar la pantalla gigante es algo más difícil. Necesitaría ponerme una venda en los ojos. Por eso pido, en defensa de mi libertad y la de mis electores, así como de la democracia parlamentaria, que las dos grandes pantallas sean retiradas inmediatamente.


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| Patriotas |


@ Javier Neira (www.lanuevaespana.es)


Como si se tratase de España donde, sea en «Operación Triunfo» o en «Gran Hermano», el que gana llora desesperado y el que pierde da saltos de alegría -vaya escuelas de hipocresía hemos montado- Merkel tenía ayer cara de funeral y Schroeder, de felicidad extrema.
Pero Berlín no es Barcelona así que no veo al tripartito social-comunista-verde gobernando más allá del Rhin como aquí al este del Segre. Y lanzando opas con las cartas marcadas. Y firmando un autógrafo en el pecho de una admiradora como anteayer Maragall.
No habrá tripartito hiperrojiverde ni parece probable el tripartido de centro izquierda -liberales, socialistas y verdes- o el de centro derecha -cristianos, liberales y verdes- así que o gobierna la desolada Merkel con los liberales y, claro, en minoría -no le doy ni un año de vida- o se crea la grosse koalition de cristianodemócratas y socialdemócratas.
A fin de cuentas son los dos partidos que creó Einsenhower con sus tanques sobre siglas ya muertas: tal fue el sistema político que sabiamente propiciaron los EE UU en Europa después de liberarla, salvo en el Reino Unido, que nunca dejó de ser libre. O lo que estableció aquí, más de medio siglo antes, Cánovas.
Schroeder rebaja impuestos, rebaja sueldos, rebaja vacaciones, rebaja prestaciones sociales ¡y es el líder de la izquierda!
Si la izquierda es así, ¿por qué no se coaliga con la derecha y forman un Gobierno para sacar adelante a Alemania que falta les hace?
ZP ha dicho que en Alemania la derecha había fracasado. Siempre profundo y equilibrado. Hombre, esos términos valen para el dirigente unidimensional de una agrupación local en un mitin entre amigos. Pero en un presidente de Gobierno recuerda al saludo negado a la bandera de EE UU.
Sospecho que los socialistas alemanes no padecen el enfermizo sectarismo de sus homónimos de aquí. Y, encima, me parece que son profundamente patriotas: no van a trocear Alemania -ni social ni territorialmente-, sino a unirla aún más.

19 septiembre 2005

| Esperanza Aguirre |


@ Cayetano González (www.elconfidencialdigital.com)


Se ha convertido en la "pieza" a batir para el socialismo gobernante que todavía no ha digerido bien no haber podido hacerse en mayo del 2003 con el Gobierno de la Comunidad de Madrid debido a la "espantada" de dos diputados -Tamayo y Sáez- lo que obligó a convocar nuevas elecciones autonómicas que fueron ganadas, en este caso por mayoría absoluta, por Esperanza Aguirre. Y es que, detrás de los dos diputados "tránsfugas" estaba José Luis Balbás, uno de los artífices y muñidores de la victoria de Zapatero en el Congreso del PSOE que, en julio del 2000, le eligió secretario general.
Hace muy pocos días, Zapatero animaba en el Comité Federal del PSOE al "compañero" Simancas a ponerse las pilas para ganar y gobernar en la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas previstas para el 2007. Lo va a tener difícil, porque entre otros motivos, no menor, Esperanza Aguirre lo está haciendo muy bien. Su estilo de gobernar, su cercanía a los problemas reales de los ciudadanos, su talante y su ideología liberal están haciendo de la ex -Ministra de Educación y ex -Presidenta del Senado en los Gobiernos del PP, una dirigente que va ganando muchos puntos a los ojos de los ciudadanos, en este caso, madrileños.
Pero es que además, Esperanza Aguirre ya es una referencia dentro del PP. Sólo el destino y, sobre todo, las urnas, dictarán cual es el futuro del actual líder del partido, Mariano Rajoy. Pero todos tienen asumido en el PP, empezando por el propio interesado, que en caso de no ganar en las próximas elecciones generales, se tendría que producir un relevo al frente del partido. Y en ese supuesto, el nombre de la actual Presidenta de la Comunidad de Madrid, ha cobrado muchos enteros, aunque no sea el único candidato que se pudiera barajar en esa eventualidad.
Por eso, los estrategas del PSOE han visto en Aguirre un rival a batir. Y ya se sabe cómo se las gastan los socialistas cuando de quitar a alguien del medio -metafóricamente hablando- se trata. El "ninguneo" al que el Gobierno de Zapatero está sometiendo a la Comunidad de Madrid, en beneficio de Cataluña, no solamente tiene su causa inmediata en las hipotecas que el Presidente del Gobierno tiene que pagar tanto a Maragall como a Carod Rovira por el apoyo que ambos le prestaron en el pasado o le siguen prestando en el presente, sino también hay que inscribirlo en esa estrategia de desgaste a una Comunidad y a una Presidenta que se han convertido en un bastión para el PP.
El último episodio de la reacción, absolutamente desmedida y desproporcionada del ministro de Industria, el catalán José Montilla, ante el comienzo de las emisiones en analógico del segundo canal de Telemadrid es una buena muestra de ello. ¿No argumentaban los socialistas, cuando concedieron antes del verano la autorización a Polanco para que Canal + pudiera emitir en abierto, que era bueno para el pluralismo informativo el que hubiera una mayor oferta televisiva? ¿Por qué lo que sirve para justificar una medida tan arbitraria como la citada no sirve cuando se trata de una televisión que puede resultar incómoda?


Esperanza Aguirre tiene carácter —y si no que se lo pregunten a Ruiz Gallardón y a su fiel escudero Manuel Cobo- y sabrá aguantar esta y otras embestidas que con toda seguridad le vendrán en los próximos meses. Madrid es un bocado demasiado apetitoso como para que la voracidad socialista no siga en marcha. Otra cosa muy distinta es que consigan su objetivo. Hoy por hoy no lo parece.



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| Un problema llamado Patxi López |


@ Miguel Ángel Orellana (www.elsemanaldigital.com)


Me quedé perplejo. No es posible lo que acabo de escuchar, me dije. ¿Habré oído bien, o habrá sido una alucinación?, me preguntaba. Porque estaba cansado, cosa lógica al final de una larga jornada de trabajo. Volvía de la calle, y mientras me aseaba y me ponía en situación de irme a la cama, enchufé la radio y emprendí un apresurado viaje por las diferentes cadenas. Zapping, lo llaman. El mismo plato en todas las mesas, pero algo llamó instantáneamente mi atención. Se trataba de una ocurrencia lanzada por el atribulado Patxi López, ilustrativa del desconcierto casi existencial que le embarga.
La verdad es que uno no ha tenido nunca en gran estima la capacidad política y/o intelectual de don Patxi. Sin duda deben de ser altas, pero uno no ha podido encontrarle jamás el puntillo. Ahora creo que me iré de este mundo sin lograrlo. El secretario general del PSE venía a proponer algo así como un gran acuerdo entre los medios de comunicación y el Gobierno para informar sobre ETA. ¿Acaso sugería López que las informaciones que se están lanzado sobre la tregua y la negociación perjudican algo que se está fraguando? Y, al margen de eso, si el pacto llegara a plantearse, ¿se incluirían en el mismo las filtraciones de La Moncloa a El País, el medio de cabecera del grupo PRISA? ¿Se comprometerían los políticos a dejar ese juego de decir unas cosas en privado y luego otras bien distintas en público?
¿Dejaría Rodríguez Zapatero, al que le crecen enanos o tiene necesidad imperiosa de cerrar el circo, de contarles a unos pocos elegidos las claves que él maneja y aceptaría contárnoslas de una vez a todos? No me extraña que López reclame un acuerdo porque las informaciones diarias sobre la política gubernamental ante el terror es lo más parecido a un desbarajuste. Evidentemente, el socialismo trata de hacer algo para frenar el barullo mediático. El poder y los periodistas son ahora enemigos y no compañeros de un viaje diferente pero con el mismo itinerario. De ahí que se pretendan recuperar viejos modos y formas del final del felipismo. Pero en estos momentos, lo que más daño le puede hacer a este Ejecutivo es el cerrojazo y el apagón informativo.
Esto demuestra hasta qué punto el socialista vasco es tan poco serio en el terreno de las ideas como incapaz en el terreno de las componendas. No es solamente simplismo, es otra manifestación de la incapacidad de López. Así quiere lograr lo que llama, el pobre, "la consecución de la paz". De lo que se infiere que la cosa se va a poner divertida, más divertida aún de lo que está por las cuatro esquinas de nuestro mundo hispano. Ocurre, sin embargo, que esa diversión augura pocas risas y mucho llanto, para qué engañarnos. Desde luego no es la defensa de la libertad lo que predica. Como tampoco es la defensa de la libertad, claro, lo que hace que López tenga urticaria a cualquier entendimiento con el PP en el País Vasco.
Algunos políticos tienen tendencia a cuidar más sus intereses personales y de partido que los generales. ETA juega con demasiada ventaja: la que supone la ausencia en su comportamiento de cualquier barrera o condicionamiento de orden moral. De ella ha prescindido también el socialismo para emprender esta singladura, que empieza a oler a naufragio.



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| La locomotora averiada de Europa |


@Juan Carlos Girauta (www.libertaddigital.com)


El desempleo llegó en España al 24 % y no pasó nada. Es decir, pasó que los socialistas perdieron el poder por otros motivos, que se resumen en uno: la pestilente e insoportable corrupción. Rubalcaba lo recordará. Pero cuando en Alemania el índice de paro supera el 11 % y la cifra se acerca a los cinco millones, los libros de historia empiezan a dar aullidos en las estanterías recordando la gran hecatombe. La tinta y la celulosa, en su simpleza, ignoran que la historia no se repite. No traten de acariciarles el lomo para calmarlos porque a veces los libros muerden. Lo que sí se repite es la frustración. Alemania se ve como la locomotora industrial de Europa, como su banco y como la mitad de su ser (este último ajuste perceptivo es todo un logro). Schröder es una de las caras del Jano que soñaba un imperio europeo por contraste, una lógica mundial alternativa. La otra es de Chirac, rumbo ya a su destino penal. Quisieron darle lecciones a la superpotencia: lecciones geoestratégicas y macroeconómicas, culturales y éticas, militares y diplomáticas. Como el Jano francoalemán detestaba a Aznar, el derribo del PP regocijó al dios que los antiguos llamaban caos. Rodríguez, mientras tanto, soñaba con un templo cuadrifronte: Chirac, Schröder, él y la dispersa corriente antiglobalizadora y antiamericana que recorre Europa y excita a la intelectualidad estadounidense, apuntala al PSOE e infunde su vigor estéril a todas las opciones políticas francesas sin excepción, de la extrema izquierda a la extrema derecha. En el fondo de su corazón, Francia sabe que perdió la guerra mundial, que su presencia entre los vencedores y su derecho de veto en el Consejo de Seguridad son inmerecidos. Sigue resentida con el país que la liberó y le hizo todos esos regalos. No es el caso alemán: no hay más que ver el esfuerzo constante de todos sus jefes de Estado para que el Holocausto no caiga en el olvido. Tendría gracia una gran coalición en Alemania. Schröder debería ocuparse de la comunicación ante catástrofes naturales, ya que repitió legislatura por su habilidad al aprovechar unas inundaciones que pasaban por ahí. Nadie puede negarle más reflejos que al Aznar del Prestige, al Rodríguez de Guadalajara y al Bush de Nueva Orleans. Lo que sí puede negársele es su acierto con las políticas económicas y fiscales, que han pasado de lo erróneo a lo errático. Alemania no crece, ha infringido las normas europeas sobre déficit sin que Bruselas se atreva a toserle y presenta, ya se ha dicho, un desempleo imposible de asumir por un pueblo que se cree con méritos para ocupar el cargo de ingeniero jefe del mundo. En campaña ha vuelto a usar el canciller la guerra de Irak para tachar de indecente a su contrincante. No entiende nada. Los de las Azores han triunfado. Con la triste excepción española, que siempre es caso aparte, que nunca indica nada. Qué pena. Qué alegría.


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18 septiembre 2005

|Rafael Simancas, entre la espada y la pared por LaOtra de Telemadrid|


@ Manuel Ortega (www.elsemanaldigital.com)


"La jugada ha sido maestra, desde luego. Les ha cogido desprevenidos y ahora van a tener que tomar una decisión que les puede suponer graves problemas". Así de contundentes se han mostrado a Elsemanaldigital.com fuentes muy cercanas al entorno de la Federación Socialista Madrileña (FSM) sobre la reacción de las altas esferas socialistas de Madrid a la emisión de LaOtra.
La decisión del director general de Telemadrid, Manuel Soriano, causó estupor y sorpresa. Ni José Montilla ni Rafael Simancas podían esperar que Soriano se saliese por la tangente y decidiese poner en marcha las emisiones de LaOtra saltándose el bloqueo de Industria. Lo cierto es que la jugada de Soriano, con un fuerte respaldo de la presidenta autonómica, Esperanza Aguirre, asestó un duro golpe a ambos entornos.
La reacción del Partido Socialista de Madrid (PSM) fue la esperada por quienes planificaron la jugada. No sólo LaOtra está en el aire y se entabla una batalla con el Ministerio de Industria que puede resultar muy peliaguda para el departamento de Montilla. En el plano político madrileño, Simancas se ha quedado descuadrado.
Y es que para el político socialista el asunto es harto complicado. Después de haber calificado LaOtra como una "televisión pirata", de acusar al Gobierno autonómico de desafiar "la ley y al Estado de Derecho" y de perder la compostura tildando a Esperanza Aguirre de "súbdita orgánica" al reclamar al presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, que llame al orden a la presidenta madrileña, el panorama no es halagüeño para Simancas.
El dirigente socialista madrileño se encuentra entre la espada y la pared. Por una parte, debe lealtad a las directrices que le llegan desde el Gobierno central y la sede nacional del PSOE, contrarios al segundo canal de Telemadrid. Y ahí radica su problema, que ya ha sido comentado en voz baja en su entorno: el hecho de que su nombre se asocie a una operación contraria al interés general de los madrileños.
Algo a lo que, aseguran, Simancas le tiene verdadero pánico tras algunos patinazos como las críticas al afán de ampliación de las líneas de Metro. Un asunto muy criticado internamente ya que suponía echarse en contra a una amplia franja de población de barrios mayoritariamente votantes del PSOE. En determinados ámbitos tampoco se escapa que el secretario general de la FSM sigue al frente de la misma por el temor de Ferraz a meter mano en la "olla de garbanzos a presión", en expresión de Felipe González, que es la sede socialista de la calle Santa Engracia.
Ahora, sin embargo, lo que está en juego no es la red subterránea de transporte de Madrid, sino el segundo canal analógico de Telemadrid. Una cuestión en la que tanto Gobierno como dirección nacional y autonómica socialista mantienen una línea de actuación común.



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| La fiebre nacionalista |


@ M. Martín Ferrand (www.abc.es)


El nacionalismo, esa incómoda fiebre que nos ataca en varios frentes simultáneos, no descansa. Como buen anacronismo -un microclima político que permite la supervivencia de los viejos caciques-, funciona siempre al sprint, como tratando de recuperar el tiempo perdido. Por eso nos resulta tan cansado a quienes, afortunadamente, tenemos en el armario de las ideas los anticuerpos que nos defienden del mal. Lo peor del nacionalismo, incluso cuando alcanza su mayor grado -el independentismo-, no reside en sus planteamientos, siempre torticeros en la interpretación de la Historia, sino en su contumacia sin tregua. En ello estamos, y, lo que es peor, el Gobierno de turno lo fomenta como razón de ser de su propia fortaleza en los pactos que tiene establecidos con grupos cuya única sustancia reside en la negación de la idea de España.
El tesón de los nacionalistas catalanes y la dejación gubernamental han propiciado que la corporación internacional que regula los nombres de los dominios que existen en la red autorice el «.cat» para uso de la comunidad lingüística y cultural catalana. Es una victoria pírrica que, como demostrarán su uso y la experiencia, sólo servirá para aislar a Cataluña, todo lo diferenciada que ella quiera, de los ritmos mundiales; pero no deja de ser, básicamente, una conquista separatista. Como parte importante de la cultura española, a Cataluña debiera corresponderle el orgullo en el uso del «.es»; pero ¿en qué quedarían buena parte de los líderes soberanistas en la comparación dentro de un horizonte más amplio del que ellos mismos se han adjudicado?
Estos nacionalistas recuerdan mucho, por su fervor, a los estilitas que se retiraban de la urbe para vivir y orar, lejos del mundo, en lo alto de una columna. Vienen a ser como San Simeón el Viejo, que se mantuvo cuarenta años confundido con el capitel de su mínimo refugio. Eso es algo más propio de faquires que de ciudadanos; pero, sin duda, lo veo así porque el destino no ha querido tocarme con la gracia con la que se honran personajes tan distinguidos como Josep Lluís Carod-Rovira, Artur Mas o su troupe de imitadores socialistas.
Disgregar mejor que congregar no es algo que camine en la dirección globalizadora que marcan los tiempos que vivimos, pero cada cual es muy dueño de levantar su propia columna para encaramarse en ella y vivir su mismidad. El «.cat», por el momento una frustración del «.ct», es otro paso más en el estéril ejercicio emprendido por algunos catalanes, con la indiferencia de otros muchos, en el ejercicio permanente de contemplar su propio ombligo como actividad fundamental y excluyente. Me temo que sea el método más eficaz para conseguir que Cataluña deje de ser, como lo está dejando, la más cosmopolita y avanzada de las regiones españolas.



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17 septiembre 2005

| Un anacronismo en el corazón de Internet |


@ Editorial Libertad Digital ( www.libertaddigital.com)


Una de las características inmortales del nacionalismo irredento que padecen ciertas regiones de España desde hace lo menos 30 años es su amor por los símbolos inútiles. Símbolos que, debidamente agitados, hacen las veces de fetiches tribales para movilizar a la comunidad nacional. Ocasión tuvimos de verlo con motivo del cambio de matrículas en los automóviles hace cinco años. Entonces, nacionalistas vascos y catalanes se quejaron porque en las nuevas placas –que como todo el mundo sabe no sirven más que para identificar al vehículo- no figuraba filiación regional alguna. Clamaron durante meses apelando a la sacrosanta identidad y exigieron disponer de su propia divisa en distintivos ininteligibles que no reconocía autoridad internacional alguna y que, en algunos casos, se habían inventado al efecto. Como la cosa no prosperó y la gente siguió a lo suyo pensando que una matrícula es lo que es y nada más, los que habían armado el revuelo hubieron de conformarse con ver como los más sacrificados por la causa, siempre pocos, se afanaban en redecorar las nuevas placas al gusto. Algo semejante acaba de suceder con el dominio de internet para la lengua catalana, aunque, eso sí, esta vez los agitadores se han visto bendecidos por el éxito. Desde principios de 2006 se podrán registrar sitios web cuyo nombre vaya rematado por un sonoro y reivindicativo .cat. En el delirante modo de ver el mundo de sus promotores, contar con un dominio de primer nivel es algo parecido a situar a Cataluña en el mapa, una suerte de venganza por los años que, según ellos, la llengua ha permanecido en la oscuridad, un recordatorio de lo importantes que son, del brillante futuro que les espera y de lo bien que saben mirarse el ombligo. Lo cierto, sin embargo, es que la aprobación por parte de la Asociación para a la Asignación de Nombres y Números (ICANN) de este dominio es anacrónico, pues no se corresponde con el espíritu de internet, y constituye un error garrafal. El .cat es el primer dominio de primer nivel que se adjudica a un grupo lingüístico-cultural, por lo que cabe suponer que, en breve, aparecerán nuevas solicitudes de los más remotos rincones del globo convirtiendo un medio universal como internet en una sopa de letras. No en vano en el mundo se hablan unas 6.800 lenguas, todas valiosísimas, pero de difícil ajuste en un sistema mundial de dominios en el que el .com es el rey y señor, y no porque lo haya dicho nadie, sino porque así lo han decidido los propios internautas. Si a esos casi 7.000 idiomas le sumamos la infinita variedad de las expresiones culturales humanas, podríamos encontrarnos que cada comarca, cada aldea del planeta exige a la ICANN su derecho a disfrutar en internet del protagonismo que merece. Esto, obviamente sería inviable, pero es a lo que la propia ICANN se ha expuesto abriendo la espita de lo cultural en algo tan prosaico como son los dominios de primer nivel. Esconder la identidad lingüística y cultural tras un punto en la barra de direcciones del navegador conlleva, además, ciertos peligros para las lenguas y culturas que este dominio dice representar. El .cat será un dominio minoritario porque no son muchos los catalanohablantes a escala mundial y porque el dominio de marras es fruto del deseo de enredar que tienen demasiados políticos en Cataluña. Punt Cat, la asociación que ha aglutinado voluntades y que más se ha destacado por la aprobación del dominio dice haber conseguido 68.000 apoyos durante todo el tiempo que ha durado la campaña. Una insignificante minoría teniendo en cuenta que, sólo Cataluña, cuenta con casi 7 millones de habitantes. El .cat, por lo tanto, se convertirá casi con toda seguridad en un dominio desconocido y copado por organizaciones catalanistas radicales. Un chiringuito para unos pocos que habrán visto de este modo henchido un bizarro anhelo de independencia electrónica. En internet, por lo demás, las cosas seguirán como hasta ahora, el inglés, el alemán, el chino o el castellano continuarán su trayectoria ascendente sin necesidad de un dominio que los represente porque en este medio los internautas, los que contribuyen cada día haciendo la red más y más grande, son los verdaderos protagonistas. La ICANN, por su parte, puede ir preparándose.



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| Política de ruptura |


@ Editorial ABC (www.abc.es)


EL Gobierno socialista ha excluido al Partido Popular del acuerdo sobre otra materia relevante para el Estado. En este caso ha sido la Defensa nacional. La ley de Defensa ha salido adelante en el Congreso de los Diputados por el pacto del PSOE con los grupos minoritarios. El dato es revelador: el Grupo Socialista admitió a Esquerra Republicana de Catalunya el 66 por ciento de sus enmiendas, y a Izquierda Unida, el 56 por ciento. Al PP, sólo una. El motivo formal del desacuerdo es la autorización preceptiva de Naciones Unidas a las intervenciones militares en el extranjero. Se trata de una ruptura provocada por el Gobierno, porque el pacto previo con el PP disponía que tales intervenciones debían estar amparadas «o» conformes con las resoluciones de la ONU. Basta recordar que en 1999 el PSOE votó en el Congreso a favor de la intervención militar de la OTAN contra Serbia con motivo de la limpieza étnica en Kosovo, a pesar de que los bombardeos aliados nunca tuvieron el respaldo de Naciones Unidas. Si entonces se hubiera aplicado este criterio, España, en aras de la legalidad internacional, habría permanecido impasible ante el último genocidio europeo. Y esto es lo que puede suceder en cualquier momento, tal y como se encuentra internamente la ONU. El argumento socialista de que el PP pretende una convalidación sobrevenida de la guerra en Irak carece de razón, porque el propio Consejo de Seguridad amparó en junio del pasado año la intervención aliada, con el voto, por cierto, del Gobierno del PSOE.

Por tanto, la apasionada defensa de la legalidad internacional que ahora exhibe el Gobierno en la aprobación de la ley de Defensa ha sido una excusa para hacer imposible el acuerdo con el PP en una materia que se había mantenido siempre en el rango de pacto de Estado. Y ya no es un hecho aislado. La puntualidad con la que el PSOE acude a sus citas con los grupos nacionalistas y de extrema izquierda se ha consolidado como una política deliberada de ruptura con el Partido Popular, que avanza de forma inexorable a otros ámbitos políticos no menos importantes que el de la Defensa nacional, como la reforma de la Justicia, el nuevo sistema educativo, la política antiterrorista o el modelo de Estado. Exactamente lo que ERC y el Partido Socialista de Cataluña acordaron: que no hubiera pactos con el PP ni en Madrid ni en Cataluña. La política parlamentaria admite, como es lógico, que el Gobierno y la oposición defiendan sus posiciones con tensión y enfrentamiento, pero existen límites coincidentes con los intereses superiores del Estado que no pueden ni deben estar sometidos a las alteraciones que provocan las elecciones, porque de ellos dependen la estabilidad del sistema institucional y la confianza de los ciudadanos en el propio juego de la alternancia política.

El Gobierno socialista, sin embargo, se aplica con rigor a una política de pactos con fuerzas que no ofrecen al país propuestas beneficiosas para el interés general o directamente las que proponen atentan contra este interés. La doblez del lenguaje, la oferta engañosa de diálogo o la apelación a un consenso que se aborta antes de nacer son prácticas que el Gobierno está instaurando como normales pese a la gravedad de sus consecuencias. Y además lo hace con una llamativa falta de pudor, que es la que ha permitido que el Ejecutivo se apoye sin inmutarse en el grupo de su denostado Carod-Rovira, quien no es precisamente un teórico de la Defensa -con mayúscula y minúscula- de España.

El PSOE gobierna como si tuviera mayoría absoluta y hace concesiones a quienes son grupos netamente minoritarios, aunque su influencia sobre la acción del Ejecutivo sea desproporcionadamente alta respecto de su representación parlamentaria. El problema que plantea esta forma de hacer política es de fondo, porque está cuajando en leyes, algunas muy decisivas para el sistema político, que reflejan una estrategia muy clara de arrinconamiento del PP y, por tanto, de división interna de la sociedad sobre asuntos que, después de aprobadas y publicadas, seguirán fuera de un acuerdo político mínimo. Zapatero parece haber extraviado definitivamente el espíritu pactista que exhibió en sus tiempos de oposición, en los que llegó a acuerdos importantes con el Gobierno del PP. La cicatería que ahora demuestra en este apartado invita bastante al pesimismo y deja el «talante» y la «legislatura del diálogo» en el almacén de las palabras vacías y de la simple propaganda.


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| ¿Alianza de civilizaciones? |


@ Juan Carlos Girauta (www.libertaddigital.com)


Hasta la vigésima segunda edición del diccionario de la RAE, civilización quería decir Estadio cultural propio de las sociedades humanas más avanzadas por el nivel de su ciencia, artes, ideas y costumbres. No sé yo si Rodríguez o su valedor académico habrán tenido algo que ver con la enmienda recientemente introducida, pero a partir de la edición vigésima tercera, civilización significa otra cosa: Conjunto de costumbres, saberes y artes propio de una sociedad humana. Supongo que resultaría intolerable aceptar que existan sociedades más avanzadas que otras, o que sus ideas y costumbres puedan ocupar niveles diferentes. Esta inyección de relativismo cultural aleja un poco más al diccionario de la realidad. Cuando un autor escribe civilización, o la Civilización, alude a algo que todos tenemos en mente, aunque la lexicografía española ya no dé noticia. Si se adjetiva el término, miramos al pasado, a la civilización china, persa o mesopotámica. Si no, el grandioso sustantivo invoca algo con inconfundibles cimientos judeocristianos y grecolatinos. Algo sin embargo inaprensible. En plural y sin adjetivar, simplemente no lo entiendo. La nueva acepción del diccionario de la RAE permitirá hablar de civilización esquimal o masai, papúa o samburu, tuareg o urueu-wau-wau. Los antropólogos las llamaron culturas, y en la UNESCO se oficializó un criterio que proscribe la mera constatación de niveles diferentes. No hay culturas superiores a otras, hay culturas distintas. Ahora le pasa a civilización lo que le pasó a cultura; si sigue su mismo destino, acabaremos familiarizándonos con una civilización del tanga, del calimocho o del pásalo, del mismo modo que los medios de comunicación fueron más allá que los antropólogos y popularizaron la cultura del botellón o del pelotazo. Espero que la civilización del pelotazo no sea el fin ignoto de la Alianza zapatera, si bien el apoyo entusiasta del papá de Kojo alumbra las peores sospechas. No sé cómo se puede estar a favor o en contra de la Alianza de Civilizaciones cuando su promotor jamás se ha tomado la molestia de explicarla. De momento son tres palabras; lo único que podemos hacer con ellas es exprimirlas como limones. Antes he tanteado la tercera. En cuanto a la primera, alianza, no presenta muchas dudas. Tampoco creo que la preposición de vaya a solucionar el enigma. Pero el presidente se mantiene hermético, en sus labios se trocan en mantra, las saborea en foros lejanos, las convierte en esdrújulas, las exhibe desnudas como si fuera un empresario de variétés. Las pobres palabras no dan más de sí, ya se lo hemos visto todo. Y nada. Rodríguez, como no concrete no podremos apoyarle. Sería como juzgar un libro por el título. Si uno no lee La montaña mágica no sabrá que transcurre en un sanatorio de Davos y puede confundir la novela con una guía del Tibidabo. Déjenos ayudarle, hombre, cuéntenos qué es, de qué va, no sea así. Al Rey bien que se lo ha explicado, ¿no? Porque me pareció oír que se sumaba.


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|El gobierno vasco pide el "reagrupamiento" de los presos de ETA|


@ Guillermo Urbizu (www.elsemanaldigital.com)


Enrique Múgica, por entonces ministro de Justicia con Felipe González, fue el encargado de poner en marcha una de las medidas antiterroristas que con el tiempo ha resultado ser más eficaz contra ETA: la dispersión de sus presos. Un colectivo vital dentro de su mafiosa organización. Desde entonces el conglomerado batasuno, el PNV y el gobierno autónomo vasco no han cesado de presionar para lograr su acercamiento, su reagrupamiento, muy conscientes de lo que supondría anímicamente y políticamente esa vuelta atrás.

Javier Oyarzábal, del semanario Alba, viene siguiendo este aspecto del diálogo oficioso del Gobierno Zapatero con ETA con singular acierto. Lo reitera una vez más: "Se necesita un gesto por parte del Gobierno para iniciar las negociaciones, y este gesto tiene que ser el acercamiento de los presos de ETA". Señala Oyarzábal: "Las fuentes cercanas a ETA consultadas por Alba han considerado muy positivo que al inicio del curso político se haya pedido por parte del PNV el acercamiento de los presos y la creación de una ronda de partidos previa a la instauración de una mesa de negociación".

Por eso no sorprende para nada el encuentro entre el consejero de Justicia del País Vasco, Joseba Azcárraga, y la directora general de Instituciones Penitenciarias. El consejero ha vuelto a pedir dicho reagrupamiento de presos de ETA, para "humanizar" la cosa. Y aunque la directora general haya sido contundente en la negativa, todos sabemos que, si Dios no lo remedia, será el precio a pagar por una supuesta tregua. En este sentido la cadena Cope ha informado que Rodríguez Zapatero habría pactado con Ibarretxe precisamente la transferencia de las competencias penitenciarias a cambio de la tregua de marras. Demasiado ceder para tan poco. Un editorial de La Razón pone el dedo en la llaga: "Confundir una tregua con la disolución de la banda es el peor de todos los errores". Y añado yo: y el recomenzar de todos los horrores.

Y siguiendo con este tema, llama la atención, el enfado monumental del presidente del PNV, Josu Jon Imaz, con el PSE, nada menos que por querer retirar las jugosas subvenciones a las asociaciones de presos etarras. Toda una financiación. Lo más indirecta que se quiera, pero financiación. Leo también en el diario La Razón que en el subidón retórico llega a compararlas con los presupuestos del Ejército. Caramba con Imaz.

No me extraña que Rodríguez Ibarra -harto de una situación que se desquicia por momentos- haya puesto su cargo en la ejecutiva del PSOE a disposición del secretario general, su compañero Zapatero. No pasa el presidente extremeño porque se llame nación a cualquier cosa, ni está dispuesto a bajar más el listón de un "Estado solidario". Porque el "momento político" no justifica cualquier irracionalidad. O trivialidad. Y eso de que cuenta, como dice ZP, con la "inmensa mayoría del pueblo español" ¿cómo lo sabe?

El Estatut sigue su particular camino. Todavía colea la Diada, así como la magnífica conferencia de Alex Vidal Quadras ("estamos ante un proceso constituyente encubierto"), especialmente dedicada a su compañero de partido Josep Piqué, ausente de dicho acto y promotor de algunas otras ausencias más. Este último sin embargo acierta cuando declara que Maragall está atrapado, pues "ha subordinado toda su acción de gobierno a un único proyecto: el Estatut". Pero no sólo es él. Josep Bargalló, conseller primer de la Generalitat, apunta en un artículo publicado en el diario La Vanguardia que "el Estatut es un paso adelante hacia la mejora de la cantidad y la calidad del autogobierno". ¿Y si finalmente no fuera aprobado?

Bueno, y algo hay que decir sobre las disquisiciones filantrópicas de Zapatero en la ONU, perorando sobre el remedio a la pobreza universal y su Alianza de las civilizaciones. Sus reuniones lo dicen casi todo. Por supuesto con Kofi Annan -que no ha aprovechado la oportunidad de la 60 Asamblea General para dimitir de su cargo, por corrupción-, con el mandamás turco (que apoyará lo que sea con tal de encontrar valedores para su ingreso en la Unión Europea), con el arzobispo Desmond Tutú, el ex de la UNESCO Federico Mayor Zaragoza, y con el ayatolá iraní Jatamí (que es el verdadero muñidor de la alianza de las civilizaciones que se ha apropiado ZP). Mientras el Rey daba su apoyo al "multilateralismo eficaz".

Este llamado Grupo de Alto Nivel quiere luchar con tesón por la paz y la armonía entre los hombres. Los demás países serios se han comprometido a cosas más concretas, como por ejemplo la tasa aérea solidaria, o la propuesta de Bush de "eliminar las barreras comerciales". Zapatero, mientras tanto, con su característico talante, dijo: "La lucha contra el hambre y la pobreza es la guerra más noble que la Humanidad puede librar". Bonitas palabras, sin duda.

Algunos creen que la "Alianza de las civilizaciones" lo único que evidencia es la patética política exterior española.

Por último un apunte de la Opa sobre Endesa. Según ha señalado el diario El Mundo, unos detectives privados vigilan a sus directivos. Endesa ya ha denunciado los hechos ante la policía. Lo cual indica que para nada va a primar el juego limpio. Hay muchos intereses en juego. Y puestos de trabajo. Las Cortes de Aragón, a propuesta del PP, se han apresurado a expresar su "absoluto rechazo". Desde luego -como señala Rafael Miner en Alba- "las suspicacias sobre el poder del tripartito catalán presidido por Maragall han aumentado considerablemente". Las casualidades en política, y más en política económica, son una entelequia.


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16 septiembre 2005

| Lo siento, López |


@ Carlos Herrera (www.abc.es)



No soy muy buen remero, lo reconozco. Creo llevar bien el ritmo y todo eso, pero siempre acabo descolocando el remo delantero o trasero a cuentas de ir más lento o más rápido que los demás. No suelen llamarme, la verdad, para las competiciones del Guadalquivir y los del Club Labradores miran hacia otra parte cuando pido pista. Por eso me siento incapaz de hacer feliz a Pachi López cuando pide que rememos todos los medios de comunicación en la misma dirección, la adecuada. Además, me asaltan, de repente, varias incógnitas: ¿en qué dirección?, ¿cuál es la dirección adecuada?, ¿quién la marca?

Si remar en la misma dirección quiere decir mirar hacia otra parte y no querer percatarse de que Díez Usabiaga, el matón de LAB, ha pasado de ser el representante de ETA en la tierra a «un hombre de la izquierda abertzale que tiene mucho que decir en un escenario de normalización», yo no remo. Si remar quiere decir que la gestión de las cárceles vascas la lleve directamente el poca vergüenza de Azcárraga y que, con los presos acercados, acaben éstos tomando pinchos en la Parte Vieja de San Sebastián, yo no remo. Si remar quiere decir elaborar un plan para que los reclusos etarras puedan obtener beneficios totales de cara a su reinserción en un Estado claudicante, yo no remo. Si remar quiere decir conceder a ETA un papel político protagonista y brindarle la iniciativa gracias a que los dos grandes partidos, PP y PSOE, no van juntos en este asunto, yo no remo. Si remar quiere decir liquidar el Pacto por las Libertades, artífice de todo lo bueno que ha ocurrido en los tres últimos años, yo no remo. Si remar quiere decir guardar silencio y abandonar cualquier tipo de crítica frente a los caminos tortuosos del gobierno de turno, yo no remo. Si remar quiere decir cambiar la denominación habitual de los escenarios que nos han sido comunes por otra que ampare una cierta dulcificación de las cosas cara a preparar a la sociedad para un futuro y vergonzante acuerdo, yo no remo. Si remar quiere decir considerar que los jueces -como afirmó el estupefaciente portavoz de «Jueces para la Demagogia»- deben adaptar sus condenas a la sensibilidad política coyuntural que ha desatado un gobierno ambicioso, yo no remo. Si remar quiere decir perdonarle a Usabiaga y a Otegui todos los desplantes a la decencia y todas las jactancias y chulerías sobre muertos y torturados, yo no remo. Si remar quiere decir tragar con que ETA no haya declarado previamente ningún abandono de las armas -aunque insistan en que «no ha matado durante dos años»- y, en cambio, sea aceptada en una discreta mesa de negociación, yo no remo. Si remar quiere decir que las petardas éstas de las Tierras Vascas se paseen por el Parlamento Vasco con la llave de la gobernación y con la pretensión indecente de presidir la Comisión de Derechos Humanos que ya presidió el asesino Ternera con la aquiescencia del PNV, yo no remo. Si remar es dejar de considerar a las víctimas como sujeto activo de este proceso espeso e incierto sobre el que cada día se van acumulando más y más sospechas, yo no remo. Si remar quiere decir hacernos a la idea de que, a la larga o la corta, asesinos como Chouzas «Gaddafi» se saldrán con la suya y obtendrán el beneficio supremo de la libertad como «pago doloroso pero inevitable» al cese de las acciones terroristas, yo no remo.

Lo siento, López, le agradezco el ofrecimiento, pero yo no remo. Otros, los que mantuvieron siempre posiciones tibias o «pontoneras», estarán encantados en hacerlo. La grandeza de este oficio, ya ve, consiste en que podamos, desde nuestros observatorios, denunciar a los malos patrones de traineras. No pretenda que renuncie a ello.



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| Telemadrid, Montilla se envalentona |


@ Editorial Libertad Digital (www.libertaddigital.com)



La obsesión de los socialistas españoles por controlar a cualquier precio los medios de comunicación no tiene parangón en ningún otro lugar de Europa. Obcecados por mantener a raya el espacio radioeléctrico, los periódicos y hasta el mismísimo internet, los miembros del Gobierno Zapatero van haciendo el ridículo por turnos. En Madrid, y a cuento de la segunda cadena autonómica, le ha tocado al ministro de Industria Montilla. La historia es breve pero no por ello menos aleccionadora de cómo las gastan quienes pasean su soberbia por los pasillos de la Moncloa desde el 14-M.

RTVM, sociedad de titularidad pública, dispone de dos cadenas de televisión; una analógica, la célebre Telemadrid, y otra digital llamada La Otra que emite, básicamente, programación cultural. Con motivo de la regulación del sector que Zapatero anunció el pasado invierno, los ejecutivos de la cadena consideraron oportuno solicitar a Industria el permiso para poder emitir los contenidos de La Otra en analógico. Aparentemente se trataba de un simple trámite administrativo pero no, por obra y gracia del Gobierno más sectario de la democracia se ha convertido en un culebrón que promete no terminar en mucho tiempo. El Gobierno, contra el más elemental sentido común, rechazó la petición y, acto seguido no desperdició un segundo en conceder una licencia de emisión analógica a su padrino mediático. Telemadrid recurrió la decisión y anunció que iba a abrir el canal aunque le pesase al ministro. A juicio de los responsables de la cadena la Ley les asistía y, además, otras autonomías tenían dos y hasta tres cadenas autonómicas sin que el Gobierno dijese ni pío.

Como a los socialistas no se les puede llevar la contraria, y ahí están los concejales del PP de Las Rozas como demostración viviente, Montilla amenazó ayer con vehemencia a Telemadrid con descargar todo el peso de la Ley sobre ella, pero, ¿de qué Ley? Curiosamente de la Ley que hace tres meses aprobó el Ejecutivo para beneficiar a su protector en las ondas. Este extremo no se sostiene, a no ser, claro, que el Gobierno esté pensando en aplicar el Polancazo con carácter retroactivo. Como no es el caso, La Otra tiene pleno derecho a emitir en analógico, el mismo que asiste al Canal 33, a ETB 2 o a la segunda cadena del Canal Sur.

El caso de La Otra, sin embargo, no es una anécdota aislada, un malentendido entre la administración central y autonómica. Se inscribe dentro de la campaña de acoso y derribo que desde Ferraz y Moncloa se ha trazado contra el gobierno popular de la Comunidad de Madrid. El PSOE quiere Madrid, necesita Madrid para perpetuarse en la poltrona. Los estrategas del partido lo saben y de ahí que no se estén escatimando medios para envenenar la legislatura a Esperanza Aguirre. Parón en las inversiones, impuestos no liquidados, ardides contables para imputarlos como deuda y artimañas de dudosa legalidad para empañar la buena imagen de un gobierno regional que está haciéndolo bien, demasiado bien para el delicado gusto de los maquiavelos de salón socialistas. A los datos nos remitimos. La Comunidad de Madrid registra desde hace años un sorprendente crecimiento demográfico y económico, además, crea empleo y contribuye decisivamente a cuadrar la contabilidad nacional gracias a su dinámica economía centrada en los servicios. A cambio, y en el plano de los hechos, los buques insignia del PSOE –Cataluña y Andalucía– poco pueden ofrecer salvo caos político y debacle económica.

Sólo en este escenario puede entenderse el indigno numerito de Montilla. Prohibir emitir a una televisión basándose en una Ley promulgada meses después es vergonzoso e impropio de un Gobierno medianamente serio. Amenazar a un medio de comunicación público con precintarle los equipos de emisión es, amén de una intolerable bravuconada, descender un peldaño en la ignominia y flirtear peligrosamente con ese autoritarismo que los socialistas tanto denuncian cuando no gobiernan.



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| El presidente del Gobierno quiere un país de niños ignorantes y adoctrinados que voten sólo al Partido Socialista |


@Federico Quevedo (www.elconfidencial.com)


Tengo que reconocer que, a pesar de haber pasado la mayor parte de mi vida escolar bajo el franquismo, al contrario de lo que les ocurría a otros niños, yo no tuve que cantar el Cara al Sol brazo en alto ante los retratos del dictador y de José Antonio Primo de Rivera, ni aprenderme de memoria las Leyes Fundamentales del Movimiento, ni tuve asignatura alguna de Formación en el Espíritu Nacional. Una suerte porque, a pesar de lo difícil que resultaba enseñar –y aprender- en libertad durante aquella época, conseguí librarme en buena medida de la uniformidad oficial y que mi educación discurriera por ciertos derroteros liberales, a pesar de que los libros, eso sí, eran los que eran. Pues bien, cuando se apruebe en el Congreso la futura Ley Orgánica de la Educación que ha elaborado el Gobierno de Rodríguez, los niños a los que les pille el nuevo plan de estudios ya no tendrán tanta suerte y volverán a caer en el adoctrinamiento.

Y en la imbecilidad. Ambas cosas, por otra parte, muy del gusto de los autoritarismos. En la extinta Unión Soviética los niños aprendían matemáticas y marxismo, pero de historia de la vieja Rusia, y ya no digamos de Europa, res de res, que dicen los valencianos, o la aprendían convenientemente tergiversada. La nueva Ley de Educación que la ministra Sansegundo o Santercero, que no sé si alguien sabe muy bien cómo se llama, ha elaborado bajo las órdenes estrictas de Zetapé –“Quiero una escuela laica, pública y en la que los niños sepan cuanto menos mejor y aprendan que los buenos somos nosotros y los demás los malos, como dice Peces Barba”, ha debido de decirle a la ministra-, la Ley, decía, incluye una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía o Filosofía de la Ciudadanía o algo así, que nadie sabe muy bien cómo se va a llamar pero sí para qué va a servir: a los intereses generales de la causa de la pedagogía progre.

Es decir, los niños van a descubrir el socialismo por el adoctrinamiento, no por convicción. ¿Qué temario tiene esa asignatura? ¿Quién o quienes la van a impartir? ¿Hará falta tener carné del partido del puño y la rosa para ser profesor de Educación para la Ciudadanía, aunque no lo ponga en las bases de la convocatoria de plazas? Ya decía Platón que “ésta y no otra es la raíz de la que florece un tirano: cuando al principio parece que es un protector”, y si hay algo que recuerdo de mi corta memoria del franquismo y que ahora parece que revivo en los efluvios dialécticos de Rodríguez, es ese afán por extender el manto de su protección sobre nuestras cándidas almas de ciudadanos indefensos ante las maldades de la derecha fascista y ramplona. Curiosamente, la citada asignatura suprime de un plumazo las de Ética y Filosofía, es decir, las herramientas intelectuales que durante más de 2.500 años los clásicos han ido forjando con el fin de comprender mejor el proceloso mundo en que vivimos.

De mis años de estudiante recuerdo con especial pasión los intensos debates y discusiones que mi profesor de Filosofía nos obligaba a mantener entre nosotros, igual sobre las enseñanzas de Platón o de Aristóteles, que sobre las de Hegel, Kant o Marx. La Filosofía y más tarde la Ética se han concebido como un ejercicio de reflexión sobre lo justo y lo bueno, el bien y el mal, y se abordan las distintas formas de entender estos conceptos. La Educación para la Ciudadanía da por hecho cuáles son los valores que todos debemos compartir. Es cierto que se trata de valores democráticos, supongo, pero habrá muchos padres que no quieran que sus hijos entiendan la democracia al modo en que la entienden Ibarretxe y Hugo Chávez, por poner un ejemplo. O que bajo el valor de la tolerancia se pretenda que nuestros hijos acepten culturas en las que todavía se practica la mutilación sexual de la mujer o su lapidación por adulterio.

Educación para la Ciudadanía. Esa es la asignatura de la vida, la que estamos continuamente aprendiendo por el mero hecho de convivir, y los principales actores en la educación cívica de sus hijos son los padres, y ellos son los que tienen que decidir qué clase de educación cívica ofrecen a sus retoños. No Rodríguez. La razón es obvia: existen distintas formas de entender la convivencia y las relaciones entre los seres humanos, y el Estado o, mejor, el Gobierno, no tiene el derecho de manipular las enseñanzas paternas a su favor ni, mucho menos, de contradecirlas, porque eso sería lo mismo que manipular las conciencias.

Conciencias que, además, son más fácilmente manipulables si el Estado logra un nivel de ignorancia importante en la población escolar. El pasado lunes me decía Ana Pastor que, en el futuro, habrá niños que no sepan quién es Garcilaso... Ni Góngora, ni Lope, ni Cervantes. Ni leerán el Cantar de mío Cid... Quizá esta sea la medida más grave que adopta la nueva LOE, junto a la de reducir considerablemente la obligada disciplina que debe tener un alumno para que sus estudios obtengan una justa recompensa o un justo castigo –en forma de suspenso y repetición de curso- en función de sus resultados. Además de atentar contra el principio de igualdad y equilibrio territorial –habrá sistemas educativos radicalmente distintos-, invita a que comunidades gobernadas por nacionalismos excluyentes rechacen cualquier vestigio intelectual de lo que representa España como Nación.

Y es nuestra historia común como pueblo, como nación, lo que está en juego y Rodríguez parece decidido a enterrarla de la mano de Carod Rovira y Maragall, quienes en la estrechez de su fundamentalismo nacionalista creen que los niños se harán más nacionalistas que sus padres si no aprenden que existe otro mundo fuera de su corralito (menos mal que existe Internet). Esa ha sido una de los fundamentos de toda tiranía que se precie, la de crear o producir en la escuela ignorantes que no sean capaces de pensar por sí mismos, que no quieran conocer la verdad. Ahora entiendo por qué Rodríguez no esta de acuerdo con eso de que “la verdad os hará libres”, porque él no quiere que la verdad sea un objetivo intelectual. Si las pretensiones del Ejecutivo siguen adelante, el mundo imaginado por George Orwell se quedará corto.



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1.-Las tramas superpuestas
2.-¿Participó AlQaeda en el 11M?
3.-¿Participó ETA en el 11-M?
4.-La impúdica serie de mentiras
5.-Las miguitas de Pulgarcito
6.-Las primeras detenciones
7.-Zougham, la cabeza de turco
8.-El transporte de los explosivos
9.-Vísperas de Sangre
10.-¿Tres mochilas-señuelo?

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