| La fiebre nacionalista |

@ M. Martín Ferrand (www.abc.es)
El nacionalismo, esa incómoda fiebre que nos ataca en varios frentes simultáneos, no descansa. Como buen anacronismo -un microclima político que permite la supervivencia de los viejos caciques-, funciona siempre al sprint, como tratando de recuperar el tiempo perdido. Por eso nos resulta tan cansado a quienes, afortunadamente, tenemos en el armario de las ideas los anticuerpos que nos defienden del mal. Lo peor del nacionalismo, incluso cuando alcanza su mayor grado -el independentismo-, no reside en sus planteamientos, siempre torticeros en la interpretación de la Historia, sino en su contumacia sin tregua. En ello estamos, y, lo que es peor, el Gobierno de turno lo fomenta como razón de ser de su propia fortaleza en los pactos que tiene establecidos con grupos cuya única sustancia reside en la negación de la idea de España.
El tesón de los nacionalistas catalanes y la dejación gubernamental han propiciado que la corporación internacional que regula los nombres de los dominios que existen en la red autorice el «.cat» para uso de la comunidad lingüística y cultural catalana. Es una victoria pírrica que, como demostrarán su uso y la experiencia, sólo servirá para aislar a Cataluña, todo lo diferenciada que ella quiera, de los ritmos mundiales; pero no deja de ser, básicamente, una conquista separatista. Como parte importante de la cultura española, a Cataluña debiera corresponderle el orgullo en el uso del «.es»; pero ¿en qué quedarían buena parte de los líderes soberanistas en la comparación dentro de un horizonte más amplio del que ellos mismos se han adjudicado?
Estos nacionalistas recuerdan mucho, por su fervor, a los estilitas que se retiraban de la urbe para vivir y orar, lejos del mundo, en lo alto de una columna. Vienen a ser como San Simeón el Viejo, que se mantuvo cuarenta años confundido con el capitel de su mínimo refugio. Eso es algo más propio de faquires que de ciudadanos; pero, sin duda, lo veo así porque el destino no ha querido tocarme con la gracia con la que se honran personajes tan distinguidos como Josep Lluís Carod-Rovira, Artur Mas o su troupe de imitadores socialistas.
Disgregar mejor que congregar no es algo que camine en la dirección globalizadora que marcan los tiempos que vivimos, pero cada cual es muy dueño de levantar su propia columna para encaramarse en ella y vivir su mismidad. El «.cat», por el momento una frustración del «.ct», es otro paso más en el estéril ejercicio emprendido por algunos catalanes, con la indiferencia de otros muchos, en el ejercicio permanente de contemplar su propio ombligo como actividad fundamental y excluyente. Me temo que sea el método más eficaz para conseguir que Cataluña deje de ser, como lo está dejando, la más cosmopolita y avanzada de las regiones españolas.
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1 Comments:
Joystiq @ TGS: Satoru Iwata's keynote speech and presentation in English
Nintendo has posted a translation of the entire keynote speech given by Nintendo CEO Satoru Iwata yesterday at Tokyo Game Show.
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